[Fecha: Septiembre de 2025]– En toda Asia, las nuevas medidas arancelarias de EE. UU. están sometiendo a una intensa presión a los sectores de la confección y los textiles, lo que suscita preocupación por el desempleo generalizado y el cierre de fábricas en algunos de los mayores centros de exportación de la región.
BangladeshEl sector de la confección de prendas de vestir —que emplea a unos 4 millones de personas y representa más del 80% de los ingresos por exportaciones del país— se está preparando para la pérdida de empleos a medida que EE. UU. impone un arancel del 35%. Las fábricas ya están viendo caer los pedidos.
En Camboya, se avecina un arancel estadounidense del 36% sobre prendas de vestir, calzado y artículos de viaje. El sector emplea a más de un millón de personas, la mayoría mujeres, y es un pilar fundamental de la economía formal. Los expertos advierten sobre despidos e incluso cierres de fábricas.
India se enfrenta a fuertes desafíos después de ser golpeada con un arancel estadounidense del 50% sobre muchas exportaciones textiles y de indumentaria. Más de 2 millones de empleos están en riesgo, particularmente en áreas que dependen de las exportaciones a EE. UU. Además, las fábricas en estados como Tamil Nadu están reportando desaceleraciones.
Las fábricas en Vietnam, Camboya e Indonesia también están viendo disminuir los pedidos. Los proveedores de prendas de vestir más pequeños son especialmente vulnerables—es posible que no tengan el colchón financiero para absorber los aumentos de costos, los golpes arancelarios o la retirada de compradores hambrientos.
Las trabajadoras corren un riesgo desproporcionado. Representan alrededor del 70% de la fuerza laboral de la confección en muchos países asiáticos. La pérdida de ingresos en estos hogares podría tener amplias consecuencias sociales.
Las fábricas más pequeñas o subcontratistas, que a menudo tienen márgenes de beneficio reducidos, son menos capaces de absorber el impacto financiero, a diferencia de los fabricantes más grandes que podrían negociar o reajustar mejor.
Algunas fábricas están tratando de diversificar los mercados más allá de EE. UU., impulsando más hacia Europa u otras regiones para compensar las pérdidas.
Los gobiernos y los grupos industriales están pidiendo negociaciones comerciales, reducciones de los tipos arancelarios o exenciones especiales para limitar la pérdida de empleos. Bangladesh, por ejemplo, negoció con éxito la reducción de su tipo arancelario en algunos casos.
Incluso con el alivio arancelario, existen efectos de retraso: contratos firmados anteriormente bajo diferentes expectativas, costos ya comprometidos y cadenas de suministro establecidas. Estos no se ajustan inmediatamente.
Existe la preocupación de que las fábricas puedan trasladarse a países con menores cargas arancelarias o donde el suministro de materias primas sea más barato, lo que aumentaría aún más la inseguridad laboral en las zonas afectadas.
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